El almacenamiento de energía permite flexibilizar la producción de electricidad que proviene desde fuentes variables, como lo son la energía fotovoltaica y eólica, por ejemplo. Existen varias tecnologías que permiten almacenar energía y luego transformarla a energía eléctrica, la que se puede utilizar cuando más se requiera. Algunas de las tecnologías de almacenamiento son: CSP con almacenamiento en sales fundidas (almacenamiento térmico), aire comprimido, baterías de distintos tipos, bombeo hidroeléctrico, entre otros.
Según la capacidad de almacenamiento hay diferentes usos y aplicaciones de los sistemas de almacenamiento en la red:

⦁ Grandes embalses, capaces de guardar energía de un año a otro.

⦁ Embalses de tamaño medio, almacenan energía durante época de lluvia o deshielo, para generar en períodos secos o cuando sea necesario dentro del año.

Se almacena energía durante una parte del día, para generar a otras horas durante ese día. Permiten arbitrar precios (comprar energía cuando el sistema está excedentario y venderla cuando el sistema está deficitario) o cumplen función de regulación, y de mejorar la eficiencia de la red, ejemplo:
⦁ Medianos o pequeños embalses, así como como contraembalses de regulación de caudal.
⦁ Plantas hidroeléctricas con capacidad de bombeo (turbina/bomba).
⦁ Almacenamiento térmico mediante sales fundidas: CSP+Storage o Baterias de Carnot.
⦁ Baterías de flujo de Vanadio.

Se almacenan cantidades menores de energía destinada a absorber pequeñas variaciones de la generación/demanda o entregar energía a la red por poco tiempo, para cubrir las fluctuaciones de potencia de fuentes intermitentes. Tambien funcionan como Backup de corta duración para reemplazar reserva en giro.
⦁ Bancos de baterías de ión Litio (BESS).
⦁ Volantes de Inercia.